jueves, 4 de junio de 2015

Reflexión Jhoselin




Durante los últimos años las escuelas normales han ocupado un lugar destacado en la agenda de las políticas educativas del país, debido, entre otros factores, al reconocimiento de la importante función que desempeñan y al tipo de formación inicial de profesores que demanda la sociedad para incrementar la calidad y equidad de la educación básica. Dicha situación ha derivado en un proceso de transformación integral de las instituciones normalistas que incluye tanto aspectos académicos como organizativos. En este contexto de mayor exigencia y nuevos retos para las escuelas normales, cobra interés estratégico consolidar una planeación institucional efectiva en ellas, de modo que cada escuela cuente con las herramientas para construir y llevar a la práctica su propia propuesta de cambio y mejoramiento.
La planificación es un instrumento indicativo que organiza y orienta las acciones, a partir de la reflexión y el análisis compartido que profesores, directivos y estudiantes normalistas hacen sobre la situación actual de la institución: los aspectos de mayor incidencia –de carácter pedagógico, organizativo y administrativo– que favorecen u obstaculizan el logro del perfil de egreso de los futuros maestros, así como las decisiones que conviene tomar para avanzar en el mejoramiento continuo de la escuela. Intervenir de manera eficaz en los procesos de cambio y dirigirlos adecuadamente demanda una reflexión profunda y pertinente acerca de las bases desde donde se decidirán. De lo contrario, se corre el riesgo de cambiar algo para que no se cambie nada. Este proceso de innovación y cambio representa, además, una coyuntura favorable para que las escuelas normales se den la oportunidad de experimentar nuevas formas de planificar. Ello supone valorar los avances que se han logrado con los actuales esquemas de planeación en el cumplimiento de las tareas educativas, de modo que se reconozcan y fortalezcan las prácticas que han tenido una contribución importante al respecto; pero también que exista la determinación para modificar o desprenderse de aquellas que representan un freno o retroceso.
Pienso que México no tiene un nivel educativo suficientemente alto y esto se debe a que los docentes no se han percatado de lo que alumnos verdaderamente necesitan. Se tiene que tener una visión de lo que en verdad se necesita de acuerdo al contexto donde se desarrolla el alumno, de igual manera, la inclusión de los estilos de aprendizaje es algo de suma importancia para la elaboración de currículo; solo así es como se lograrán obtener buenos resultados en las escuelas, y esto en conjunto mejorar la vida económica del país.
Pero qué pasa cuando vivimos en un país que está lleno de violencia y corrupción, un país donde el vandalismo es algo que se ve con normalidad. Esto da como significado que vivimos en un país que carece de valores morales, y la persona ve su propio beneficio.
En la actualidad siento que los niños están creciendo con una mentalidad muy superficial con violencia, maltrato, lo que conlleva a que exista bulliying en las escuelas y esto automáticamente afecta los aprendizajes.
Se tiene que idear un cambio, que se viva un país sin violencia donde los niños al ir a la escuela primaria se sientan libres y vivan una niñez sana.
Al iniciar en la escuela normal siempre tuve presente estas situaciones más no tenía el conocimiento de lo que esto podía entorpecer la educación. Entre con una visión de que la vida de los niños en un salón de clase iba a ser como yo la viví hace un tiempo sin violencia, sin exclusión, sin tanta atención por parte de los padres. Llego a mis primeras prácticas y me encuentro con todo lo contrario, un salón de clase dividido, mayormente los niños con capacidades diferentes a un lado. Algunos niños sin respetar a los maestros ni a sus compañeros, etc.
Al llegar a estudiar la carrera de la docencia, tenía muchas dudas con respecto a que si me iba a ir bien y si podría con la carga de impartir clases y lograr los aprendizajes esperados.
Al principio no me llamaba la atención la carrera, al entrar a la normal me encuentro con cosas muy diferentes a las que estaba acostumbrada. Las clases eran dinámicas y todo lo relacionábamos con niños.
Cuando empezaron las primeras visitas a las escuelas en primer semestre pude observar los diferentes contextos y me agrado la idea de convivir y guiar a los niños a mejorar sus aprendizajes.
En mis cuatro años de carrera no había podido sentir lo que en realidad era estar en un salón de clase y todo lo que conlleva tener un grupo a cargo, calificar tareas, revisar trabajos, adecuaciones de clases, etc. es algo que te va formando con el paso del tiempo.
Ahora puedo decir que me siento más preparada y segura, estas últimas practicas sentí que mejoro mi confianza ante el grupo. Tengo en mente el gran compromiso que es poder enseñar a los alumnos, que puedan adquirir los conocimientos necesarios para poder formarse y crecer.

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